Microrrelatos
Hace un tiempo estuve mal. Muy mal. Pero no fue tan grave porque sabía que alguien, en alguna parte del mundo que no he tenido el placer de conocer, estaba bien. Desde ese punto en adelante no tuve dudas en lo que me debería concentrar, en qué usar mi energía y todo mi ánimo.
Hormigas rojas comenzaban a acercarse al chicle, se acercaban por todas partes en filas. Lo comían como a un suculento manjar sin que pareciera reducirse, algunas se atascaban en él. Ninguna de las otras las ayudaban. Yo las miraba desde arriba como un dios. Mi mujer gritaba de dolor y yo las miraba como un dios.
- Ha llegado a mi conocimiento que el sonido de los tubos afinados produce paz interior
- No lo entiendo
- O al menos un lugar donde pueda conseguir jazmines. Dicen que su aroma tranquiliza la respiración.
- ¿Es vómito lo que tiene en su camisa?
- Oiga, solo estoy buscando un poco de paz interior.
Criatura de luz
Adormecido en mi lecho vi un destello. Me llené de esperanza con una nueva aparición: Mi vida podría, finalmente ahora, empezar.
No pasa nada. No pasa nada. ¿Por qué tengo sentiencia si no puedo hacer nada con ella? ¿para qué uso palabras si son los mismos hechos?... No pasa nada. Toda mi vida lo único que pude sentir es el musgo crecer en mí durante días húmedos. No tengo que hacer nada especial para que me elija. Solo estar recién desprendido entre hojas frescas. No puedo hacer nada para evitar que muera. Es una experiencia casi sexual que me penetre y es como que te deje un amigo cuando se seca. Esto se repite y tengo sus marcas. Podría aborrecer el contacto pero lo espero porque nada más importa, porque nada más pasa. Trato de recordar cómo fue para aprender pero no puedo, solo me queda la sensación que me provoca para hacerlo de nuevo. Una y otra vez es ese musgo. Otro musgo. Que me resquebraja lentamente en una existencia lenta. No puedo evitarlo, no puedo moverme. ¿No quiero moverme? Cualquier cosa que rompa el ciclo aunque sea parte del ciclo es mejor que nada.
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Cerrar
una casa no es cosa de todos los días
A
este muerto que amabas debés desvalijarlo, tomar lo que creas conveniente de
él, sentir cómo cambia el aire al retirar los objetos como una expiración y
recién ahí alejarte, viendo cómo el mismo desde afuera es solo una cáscara
vacía, de la que te llevas una parte de su interior y repartís lo demás.
Hay algo dañado en tu cerebro, un corte en tu pensamiento, el sentimiento subrepticio de que algo no está bien. No hay nada que puedas hacer, la duda ha sido instaurada.
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Dime, ¿conoces el dilema del erizo? Un erizo no puede acercarse a otro porque sus puntas lo hieren y a sí mismo, por ello debe mantenerse a la distancia. Muchas personas actúan de la misma manera. Yo también he actuado de esta manera. Pero la forma de evitar el dolor es extirpar el deseo.
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