en-Del darwinismo social y el qué dirán

16/02/2023

¿Cómo justificar la discriminación en la España decimonónica? ¿qué hace que la diferencia de clases se haga sentir de una manera más sutil si se quiere, pero mucho más insidiosa realmente? De mala raza, escrita por José de Echegaray en 1896, nos da mucho más que pistas al respecto. A partir de una premisa que hoy en día podría funcionar con modificaciones apenas superficiales solo la excusa perfecta, ni más ni menos, en los albores del positivismo puede ser la respuesta.

"¿Nunca oyó usted hablar del naturalista, del gran naturalista Darwin, ni de sus admirables experiencias sobre palomas y otras aves? ¿No sabe usted cómo de padres a hijos se transmiten las cualidades y los defectos; en suma, los rasgos característicos de cada individuo?", pregunta don Prudencio en las primeras páginas. Esta retórica corroe el pensamiento de casi todos los personajes de la obra, los que lo evitan o son víctimas del mismo incapaces de rebatirlo.

El darwinismo social, la forma aplicada de la teoría de la evolución biológica propulsada por Charles Darwin durante el siglo diecinueve, es el centro del conflicto ideológico que se lleva a cabo. Difundido por Herbert Spencer en la década de 1870, poco más de diez años después de la publicación de El origen de las especies (1859), esta teoría utiliza las leyes naturales presentadas por Darwin como sostén de una posición ética que justifica un proyecto sociopolítico clasista sobre la base de leyes aparentemente científicas, lo que exime de responsabilidad a quienes lo propagan bajo el manto de una supuesta absolutidad fáctica.

Así, una bella muchacha como Adelina, tan pura y decente, "recogida por caridad" al cuidado de Nicómedes y Visitación, una pareja burguesa bien acomodada, es juzgada cual criminal en Minority Report por acciones que no ha realizado, pero que sin lugar a dudas realizará según sus detractores (la misma familia que la ha adoptado y que, no muy coincidentemente, quiere evitar competencia para su hija biológica, Lola) por la feble argumentación de que su personalidad, conducta y trayectoria vital están marcadas por la fatalidad de la herencia adúltera que viene de su linaje, en particular de su madre, la cual tuvo un amorío extramatrimonial que, al ser descubierto públicamente, provocó su huida y la impugnación de la paternidad de ella por parte de su esposo.

Esta situación previa lleva a que la muchacha sea siempre vista con suspicacia como la portadora de una enfermedad moral infecciosa e incurable, particularmente en su relación con Carlos, hijo de Anselmo y Paquita, familia amiga de los padres adoptivos de Adelina, la cual es cuestionada no solo por este motivo, sino por el más segregacionista de categorizarla como carente del mismo "nivel" que él. El peso de ese impune control, ese "miserable espionaje" como lo describe Paquita, que realizan las clases sociales superiores sobre las inferiores, diseccionando cada frase y acción de los últimos con el fin de mantener el status quo, se derrama en inocentes como Adelina, sufrientes de un manejo externo a ellos que les substrae cualquier posibilidad de defensa propia.

Aquí, la contraparte de las acusaciones infundadas hacia Adelina, que la imposibilitan de actuar en un terreno de igualdad en su círculo, son los valores de dignidad y especialmente de honra con los que se invisten a sí mismos los ciudadanos de clase alta solo por pertenecer a ella desde el nacimiento. Durante el siglo XIX, España intenta pasar de la sociedad estamental del Antiguo Régimen, que se fundamentaba en el poder de la monarquía católica, a una sociedad de clases basada en el poder adquisitivo. Esta burguesía incipiente busca aumentar su poder social con el objetivo de asemejarse a la nobleza, siendo la clase alta, en la cual dominaba la aristocracia, la que contaba a su vez con el poder social y político de los nobles por su representación en las Cortes.

El marqués de Vega-Umbrosa, un personaje que no casualmente carece de cuerpo físico en escena, representa en la obra esa posibilidad de ascenso social, siendo el catalizador tanto del crecimiento profesional de Carlos a la posición de Diputado, como de la debacle generada por su salida de la habitación de Adelina a plena luz del día en el segundo acto, el que termina provocando un duelo entre ambos y la pregunta sobre los límites de la honra. Según Anselmo, un hombre no puede existir sin que la mirada del mundo lo califique como digno y honrado, hasta la instancia que debe arriesgar su propia vida a fin de mantener dicha consideración. Esta idea permea de tal manera el pensamiento de su hijo que este se encuentra dividido, primero entre el amor que siente por su mujer y su padre, y luego incapaz de decidir entre dos ideas contradictorias e igualmente perniciosas de cómo manejar la situación en la que se encuentran, para últimamente batirse con el hombre que lo ha ayudado a ascender a su posición actual.

"Siempre el mismo tema: ¡La honra! ¡Y el decoro! ¡Y dale con la dignidad!... ¡Y el ridículo! ¡Y lo que dicen! ¡Y vuelta al martilleo, que no hay cabeza ni voluntad que resistan!", se lamenta Adelina. Las temáticas de la obra de este dramaturgo, primer Premio Nobel de Literatura español en el año 1904 quien fuera denostado por contemporáneos como Azorín y Valle Inclán, las podemos ver traducidas de una forma u otra en la actualidad: que "la fruta no cae muy lejos del árbol", que "la sangre tira", esa tradición demarcativa y el impacto social que puede tener una vinculación entre personas de un estrato distinto al que han nacido están presentes hoy, por ejemplo, en los tintes discriminatorios que provocaron la renuncia de Meghan Markle y el Príncipe Harry a la familia real durante los comienzos de esta misma década.

"Yo no sé lo que es un escándalo, ¡Se abusa tanto de esa palabra! Para ciertas personas todo es escándalo, más por el apetito que por el sabor... Conque precisa los hechos", dice Carlos. La fuerza de la opinión pública, de hecho, interfiere hasta tal instancia con la honra de los miembros de la familia de Anselmo al punto crítico que ni siquiera la presencia de pruebas concretas que desmienten el adulterio de Adelina con el marqués llegan a tiempo para detener el desastre y aplacar el poder de un rumor que no hace más que crecer por medio de una propagación que en ningún momento se molesta en adquirir dichas pruebas a su favor en primer lugar.

El hecho de que haya sido realmente Paquita la que tuvo el amorío, mujer que tanto proviene de la clase alta como de una familia sin antecedentes de este tipo, marca la postura del autor de esta obra y la crítica que hace al pensamiento dominante durante su época. En definitiva, las habladurías basadas en creencias pseudocientíficas y elementos circunstanciales distorsionan las sospechas hasta confundirlas con los hechos y transformarlas en pura realidad.

"¡Oh!, la sociedad tiene gran potencia generalizadora", declara Prudencio. Y tiene razón.

Esta reseña fue escrita como prefacio para De mala raza, de José Echegaray, en la edición realizada por Pierre Turcotte Editor en el año 2022.