en-Aula 108
En el aula 108 Ernesto "Che" Guevara de la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires un joven se sube a la
tarima y dice "tres balas voy a disparar, si me permiten hacerlo, no dispararé
ninguna más". Fue una locura, todos huyeron para la puerta y el primero que
estaba por salir fue atravesado por la espalda. Los que quedaron se calmaron
mucho después de eso. Con un poco de cinta resolvió ese primer problema.
Carlos Osvaldo Spataro (Antropología) y Elena Sánchez (Letras) nos miran entre otros, nosotros miramos al loco. Hubo un chico que quiso sacarle una foto y fue la segunda víctima. Después de eso recolectó los celulares.
"¡Ahora sí que se pone interesante esto!" grito, para que me escuchen, uno más, solo uno más. Esto fue solo un minuto antes. Yo los tenía seleccionados desde el principio y ahora ni siquiera están acá, bah, ahora ya no importa. Solo quería alargar este poder lo más que pudiera, me excitaba. Me gustaría matar a todos, no sé por qué dije tres, sonaba bien, supongo.
Me pongo a recorrer los cuerpos, pongo la punta del cañón en algunas cabezas y puedo sentir el miedo atravesando el metal. "¿Sabés qué arma es esta? Esta es el arma de Chejov, así que tengo que usarla". Dije, pensando que lo apreciarían.
¿Conocen ese chiste de "tenés a Hitler, Mussolini y Enrique Iglesias en un cuarto, pero solo dos balas y le disparan a Enrique Iglesias dos veces para estar seguros"? Bueno, yo solo tengo una bala, por lo cual tengo que estar realmente seguro de este último.
Lo veía subido ahí, creyéndose cool porque ve las noticias en inglés, podía ver cómo su euforia lo alzaba, o sea, se veía desde acá, pero calmate, Adam Lanza, acá no se consiguen armas tan fácil, seguro solo vas a matar tres porque no tenés más balas.
"¿Qué?". ¿Qué? Oh, mierda, no me mires. Una vez me dijeron que había alguien igual a mí y no les creí. Pero luego cursamos las mismas materias juntos, tenemos el mismo promedio para Diploma de Honor, sabemos que no nos va a servir para una mierda de la misma manera. Pero yo estoy de este lado haciéndome pasar por Emilio Ravenna. A él solo le afectó un día malo más. Está perdido, me podría matar a mí por todo lo que sé. Nah, no debe tener más balas y por eso lo quiere hacer durar. Pedazo de planero empobrecido.
"Si tengo". Oh, maldita sea.
"Hey, idiota". Jo, todos me miraron. No sabía que le podía robar el spot incluso con él literalmente matando enfrente. Su cabeza y su mirada coincidieron en el mismo punto, su seriedad pasó a una sonrisa, su corazón se calmó y dejó de temblar porque yo estaba ahí con él.
- Oh, ¿pero si no es mi mejor amigo?
- ¿Sabés qué va a pasar ahora, no? Va a venir la policía.
- Ja, con suerte vienen con esas falsísimas amenazas de bomba. Esto es algo serio, por supuesto que no van a venir.
- ¿Pensás que nadie escuchó nada?
- ¡Pienso que a nadie le importa!
Sé lo que tengo que hacer, solo tengo que acercarme a él y pedir ayuda, acercarme a él y pedirle ayuda. Todavía no es tarde, todavía no es tarde.
Sé lo que tengo que hacer.
- ¿Qué te pasa?
- Eso decía mi papá cuando no entendía
- Decime, ¿qué te pasa?
Fuertes golpes azotaron la puerta. Una voz de autoridad preguntó si estábamos todos bien. Los adultos son lo más chistoso del planeta. Es muy malo que no den risa.
- Estoy cansado de fingir que no pasa nada - Dijo, con una capa líquida cubriéndole los ojos.
- No pasa nada en este momento
- Ja... Quisiera tener tu sanidad ¿sabés?
- ¡Ja!
- Siempre fuiste más optimista
- Vos siempre estuviste más adelantado
- Ja...
- Sabés lo que tenés que hacer
- ¿Qué? - Preguntó con una sensibilidad que nunca vi, casi frágil
- Sabés lo que tenés que hacer
- No...
- ¿Qué sentís?
Injusticia. Me estaba dominando. Lo estaba logrando. Nunca dudé, ahora sí. Esto es un sueño, es un sueño... es un sueño... es un sueño. Esto es un sueño, un sueño, es un sueño...
"No lo es".
Su cara se desmoronó. Sollozaba. Gotas rojas caían del chico del celular y el charco del de la puerta seguía en su expansión. Ya lo tenía. Y pensar que acá podría recibir mi título. "Dale, sé simple", le dije, poniendo el dedo en la llaga solo lo suficiente. No contestó en un primer momento. Su labio temblaba, su erección había bajado totalmente, incluso retraído. Estaba pensando en cómo solía fingir que le gustaba ser rechazado.
"Sabés que puedo ser muchas cosas, pero no puedo ser simple", respondió antes de ponerse el cañón en la boca y darnos el más bello espectáculo de música y colores que nadie pudiera esperar. Vamos, apuesto a que ninguno de estos hijos de puta podría preferir nada más.
Abrieron la puerta, limpiaron el piso. Rindieron finales. Se ve tan sucio como siempre.
Ahora dicen que soy un héroe, como la canción, pero la verdad es que él tuvo el valor de hacer lo que yo no pude, lo que creo que nunca podré.
"Aula 108" fue publicado en Resonancia SoM, N°7, Febrero 2022.